DINÁMICA Y CONTROL SOCIAL: ENTRE LA INDIVIDUALIDAD Y LA PERTURBACIÓN
Por: VÍCTOR ALVARADO GARCÍA
Ver en calma un crimen es cometerlo
José Martí
1.
Emiliano fue un niño planeado y querido por sus padres. Su mamá tiene 29 años y su papá 32; tiene un hermano mayor (Israel: 10 años). En los antecedentes prenatales no se identifica problema alguno, el embarazo fue totalmente normal, nunca se presentaron complicaciones. Fue un niño a término. El parto fue natural y no presentó ningún inconveniente. Las expectativas de los padres respecto de sus hijos, es que sean unos profesionistas y jóvenes de bien al futuro. Viven juntos y los fines de semana acostumbran salir al parque o visitar algún lugar. Su hermano de 10 años es identificado con el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDA-H)1. Asiste actualmente con el paidopsiquiatra y está bajo tratamiento hace ya 4 años; por prescripción médica se le administra Ritalin.2
Emiliano asiste a orientación psicológica porque es enviado de la escuela con el diagnóstico del TDA-H.3 De acuerdo con el decir de sus padres todo era normal hasta que entró a la escuela, como pasó con su hermano. La maestra, de acuerdo con el relato de los padres, supone que Emiliano tiene TDA-H, no nada más porque su hermano ya fue diagnosticado así, sino también porque no está en su lugar, no mantiene atención, sale del salón, corre en el pasillo, brinca de un lugar a otro, no termina sus actividades a menos que sean con material didáctico…
La expectativa para Emiliano, la que se gesta desde la institución educativa, es que reciba el mismo tratamiento que su hermano Israel. Dentro de los servicios de salud no es más alentadora, pues acostumbran canalizar estos casos a los departamentos de psiquiatría en donde no sería sorprendente que lo medicaran como a Israel.
Mario Cantú, de 47 años de edad, es “víctima de la psiquiatría”. Hoy se dedica a la defensa de otras víctimas. 4 Lo internaron en un psiquiátrico a los 18 años y recibió electroshocks5 como parte de su tratamiento; estuvo internado varios años. Su salud es precaria como una de las consecuencias de su tratamiento y sus expectativas de sobre vivencia son escasas. Llegó a la internación por un conflicto familiar.
Fue un problema de ignorancia. Mi madre es una persona enferma de alcoholismo… Le molestaba que le dijera borracha perdida. Además le quité el alcohol durante tres días y eso le causó una crisis y me mandó directamente a un psiquiátrico: sin diagnóstico, sin especialista y sin enfermedad. Logró que se me olvidara durante diecisiete años que yo le había dicho alcohólica…
¿Será posible considerar que Emiliano y Mario no son casos aislados? ¿Es pensable atribuir a papá y mamá y a los maestros y maestras, la capacidad de trastornar a quienes habitan el espacio familiar y el escolar? ¿Qué es lo que podría estar haciendo posible esta situación?
Si consideramos que lo que le sucede a Mario y a Emiliano lo pueden estar viviendo más personas, acaso muchas más, es difícil suponer que esto es independiente de una forma de vida impuesta socialmente y que ello esté alejado de los dominios del Estado y del gobierno ¿Cómo es posible que una maestra diagnostique trastornos que se atribuyen a un mal neurológico?6 ¿Cómo es posible que una institución psiquiátrica actúe como en el caso de Mario? ¿Qué es lo que se vive en estos tiempos, que padres como los de Mario proceden de esa manera y quedan impunes? ¿Cuáles son las alternativas que les quedan a padres como los de Emiliano? ¿Emiliano tendrá que vivir medicado con una droga que tiene efectos similares a los de la cocaína?